-Me encantaría conocerlo.
Me di la vuelta y la miré, desconcertado.
-¿Cómo has dicho?
-Que me gustaría conocerlo. Parece una persona muy interesante. Siempre me he sentido atraída por la gente que muestra esa..., esa pasión por la vida.
-Es una pasión por las monedas; no por la vida -la corregí.
-Es lo mismo. La pasión es pasión. Es el entusiasmo entre los espacios tediosos, y no importa hacia dónde vaya enfocada. -Hundió sus pies en la arena-. Bueno, al menos la mayoría de las veces; no me estoy refiriendo a vicios.
- Como el tuyo con la cafeína.
Ella sonrió, dejando entrever la pequeña separación que había entre sus dos dientes frontales.
- Exactamente. Pueden ser monedas o un deporte o política o caballos o música o fe... La gente más triste que he conocido en mi vida es la que no siente una pasión profunda por algo. La pasión y la satisfacción van cogidas de la mano, y sin ellas, la felicidad sólo es temporal, porque no existe nada que la haga perdurar. Me encantaría escuchar a tu padre hablar sobre monedas, porque entonces es cuando ves realmente a la persona en su mejor momento, y he descubierto que la felicidad del prójimo es, normalmente, contagiosa.
Me quedé sorprendido ante tales palabras. A pesar de la opinión de Tim de que Savannah era una chica ingenua, parecía mucho más madura que la mayoría de la gente a nuestra edad. Pero, claro, con lo atractiva que estaba con su bikini, podría haber recitado todo el listín telefónico y me habría quedado impresionado de igual manera.
Extracto de el libro: Querido John (Por: Nicholas Sparks)