Ojalá vuelvas a cruzar mi cuarto y te quedes a vivir entre mis sueños para siempre.
Ojalá me repitan tus manos que aunque se descuelguen todas las estrellas del cielo nunca dejarán de mirarme de frente.
Ojalá creer que el daño que se hacen nuestras alas se lo llevará con el olvido la corriente.
Ojalá que los “te echo de menos” y los suspiros no abandonen la rutina de nuestras noches de Cupido.
Ojalá no dejar de suponer que antes de querernos teníamos que querer para cerrarnos las heridas sin darnos cuenta de que estas se precipitan tras las despedidas.
Ojalá poder compartir más inviernos en el desván de tu mirar donde nos ayudábamos a evolucionar, que no a cambiar.
Ojalá besarte enero otra vez por primera vez para refrescarte lo que es el querer.
Ojalá continuar en Sanxenxo compartiendo tu risa con la brisa y no olvidar nunca lo que es el mar cuando tus ojos vidriosos iluminaban mi caminar.
Ojalá no seamos más una foto desenfocada donde se recitaba poesía a través de dos bocas cerradas.
Ojalá nos reencontremos las ganas y nos propongamos empezar que yo mientras imagino que aún estás.