sábado, 15 de diciembre de 2018

Nunca entendí el amor como una puerta a la felicidad sino como una salida a la tristeza.
Tampoco entendí eso de que el amor da alas; no fuera de algo metafórico. Pero es cierto: el amor te lleva lejos, allá donde el egoismo no tiene cabida, ni siquiera los celos, ni nada que nuble tu vida.
Nunca entendí el amor fuera de una dependencia emocional hasta que te quise y supe que nunca me querría igual. Pues el amor no es ninguna dependencia, solo la forma más bonita de estar enredado. Pero sin necesidad de depender de nadie porque, lejos de ser excesivamente romántica, esa persona lleva tiempo dentro de ti.                                            
Y en mis esfuerzos por comprender lo que era el amor supe que nada tenía que ver con entender sino con sentir.