lunes, 24 de abril de 2017

Ella

No me hables de amor
si no has tenido la suerte de verla amanecer.
Si no le has visto correr
cualquier lunes arrancándose la tristeza de los ojos cuando iba a la facultad por el camino más largo
porque ella nunca ha sido de acortar el dolor con un par de tragos amargos.
No me hables de amor si no le has oído hablar con esa boca suya que no es sino un bote de mermelada,
el mejor de todo Arroyo.
Si no has querido volverla a escalar desde San Pablo hasta su paladar.
No me hables de amor si te has enamorado de las calles de su "Paraíso"
un sábado con su cuerpo a sobreaviso
pero no lo has hecho un domingo sin prisa
y sin otro maquillaje que su sonrisa.
Si no te has fijado en como le tiemblan las piernas cualquier fin de semana al volver de madrugada
y lo valiente que es,
aun cuando su alma se cubre de hiel.
No me hables de amor si cada vez que paseas por Campo grande
piensas en la primavera y en ella
como si fueran dos sinónimos evaluables.
Si cada miércoles que has ido a los Broadway no has proyectado en la pantalla su mirada sin que tu cuerpo ardiese en llamas.
No me hables de amor si la última vez que fuiste al Calderón no comparaste
la melodía de su risa
con la más dulce de brisas.
Si optaste por tomar una cerveza en Moreras en lugar de escuchar a "la Oreja" recostado sobre el canal de sus piernas.
No me hables de amor si cada vez que paseas por la estación del Norte
no piensas en el viaje que sería compartir con ella todas tus noches.
Ella es Valladolid
y dudo que hoy consigas encontrar
a alguien igual al que poder llamar hogar.



lunes, 3 de abril de 2017

Mátame un primero de abril

Mátame un primero de abril.
Persígueme por el Retiro pero jamás me alcances porque entonces habrá acabado este juego nuestro de jóvenes enamorados.
Empápate en cualquier playa de Galicia y luego ven a secarte en mi cuerpo para no olvidar nunca la salitre de tus besos.
Cuenta conmigo siempre que quieras volar porque te aseguro que nunca te cortaré las alas.
Desnúdate antes de que yo te lo pida, confía en que nunca será demasiado pronto para quitarse la vergüenza de la piel.
No dudes en escribirme aunque haya anochecido pero no te molestes en llamarme porque estaré ocupada hablándoles a todos de las cinco letras con las que se firma la felicidad.
Recuérdame en cada paso hacia Santiago, que espero, sean la mitad de los que tengo que dar hasta el canal de tu espalda.
Y si alguna vez me llegas a querer que no sea porque yo lo he hecho primero: quiéreme la mitad de lo que te quieres a ti, con eso me doy por satisfecha.
Espera. Antes de que te vayas, regálame una botella de champán para brindar por haberte conocido y otra de Rioja para beberme tu ausencia en los días más grises.
Y déjame enmarcar la sonrisa de tu cara, que le pondré un título: cosas que ver antes de morir.