No sabría decirte
con certeza por qué me enamoré de ti.
Si es por tu boca
cuando me besas
o por tu timidez
cuando callas
y me dejas muda y
sin palabras.
No sabría decirte
por qué te amo.
Si es por la
miel de tus labios
o por cómo haces
frente a todos tus adversarios
pero es que: ¿quién
se puede resistir a esa boca?
si lucho por
hacer equilibrismos cada vez que me roza.
No sabría decirte
por qué quiero hacer el amor contigo el resto de mi vida.
Si es por una
parte concreta de tu cuerpo
o por sentir toda
tu piel acariciando la mía.
No sabría escapar
de este mundo, amor mío.
Si estuvieses
lejos
y tuviese que
anclararme al recuerdo.
No sabría nada.
Ni escribir,
ni amar
si no tuviese un
hogar:
si no te tuviese
a ti.
Y no hablo de
tener como quien habla de una pertenencia.
Hablo de nuestra relación refiriéndome a la libertad
porque soy consciente de que ambos nacimos
con las alas
detrás.
Y aunque nunca estaremos preparados para decirnos adiós
suponiendo eso un final
la felicidad del
otro siempre va a ser lo primordial.
Por eso te digo
ahora
con la mano en el pecho
que si un día
decides volar
no seré yo
quien te encadene
porque el amor es
anteponer la felicidad de la persona que amas
a tu felicidad.