jueves, 9 de febrero de 2017

Y tú, ¿eres virgen?

En muchos casos a la gente le da pánico hablar de su virginidad, como si fuera un tema tabú o como si desmintiéndolo, se les excluyera de un colectivo. Todos ellos no son conscientes de que vírgenes no son solo aquellos que no han practicado nunca el sexo. Ser virgen es más, mucho más. Virgen eres tú y el vecino de enfrente, el que folla como nadie. Virgen es el frágil. El que tiene miedo a volver a vivir, a volver a sufrir: a volver a enamorarse. A gritar el mayor de los te quieros en el fondo del océano. A quién le acobarda el compartir su vida con la de alguien. El que se encierra en sí mismo y no disfruta. Todo aquel que construye muros y no puentes. Al que le aterra el qué dirán. El que mide demasiado sus actos y palabras. Quien no puede tomarse un café con la soledad sin hundirse. El que no logra diferenciar la soledad de la ausencia. Y por supuesto, quién no estudia lo que ama. También lo es, el que trabaja por dinero. O por satisfacer a sus padres. El que se levanta cada día sin ninguna motivación. Quien se alimenta del aire que respiran los demás. El abatido. El que lleva consigo el peso de los años. Aquel que cree que sabe demasiado o que vale más que tú: el pedante. Cualquiera que lleve los cascos por la calle por miedo a escucharse a sí mismo. El que no le apasiona viajar ni conocer gente diferente o tiene ese recelo a que le guste demasiado. Quien se ancla en la zona de confort. El que se conforma con unos sucios besos cualquier sábado en un portal. Sin más dilación, el que desconoce el dulzor de tu boca. Virgen en este momento sería cualquiera que no te haya conocido. Virgen era yo hasta hace medio año.
Gracias por desvirgarme de mi ignorancia.