jueves, 20 de agosto de 2015

Sangre azul.

"La verdad es que todos estamos emparentados, tan sólo es cuestión de cuanto remontas en tu árbol genealógico. En las raíces, todos compartimos la misma sangre, aunque los gustos varían según cada cual. Y si todos estamos emparentados, todos nosotros tenemos sangre azul. Razón por la que todos los niños deberían ser tratados como reyes o reinas, sin importar la edad que tengan nuestros pequeños"

Extraído de: Forever (Serie de televisión) Episodio 15



viernes, 19 de junio de 2015

Y los sueños, sueños son.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,               5
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?                     10

  Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,           15
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.                  20

  Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?  Un frenesí.                 25
¿Qué es la vida?  Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.                      30

Monólogo de Segismundo, por Calderón de la Barca.

jueves, 18 de junio de 2015

Viene y va. (El rey ciclotímico)

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

– Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo. 

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. 

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo: 

– No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje (el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey). Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación. 

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino.

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía:

– "Esto también pasará."

Mientras leía estas palabras sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. 

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes. Él se sentía muy orgulloso de sí mismo. 

El anciano estaba a su lado en la carroza y le dijo: 

– Apreciado rey, le aconsejo leer nuevamente el mensaje del anillo.
–¿Qué quieres decir? -preguntó el rey.- Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta. No estoy desesperado y no me encuentro en una situación sin salida.
– Escucha – dijo el anciano – este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas. También es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. 

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo bueno era tan transitorio como lo malo.

Extraído (no literalmente) de: El rey ciclotímico, Jorge Bucay.

lunes, 15 de junio de 2015

Vuela alto.

 Vuela alto. Igual que las orugas se vuelven mariposas y el día se vuelve noche, tú vuela alto, por encima de todo. Y deja que los cambios echen raíces. Mientras pasan las horas, mira siempre hacia arriba y saca las mejores fotos, admira lo que el cielo sostiene.


sábado, 13 de junio de 2015

Sonrisa efímera

Era un madrugada de invierno como otra cualquiera y no me pude negar a mirar hacia su ventana como hacía diariamente. Su sonrisa rota aún no había desaparecido del rostro y seguía sin comprender quién se habia llevado el océano de sus ojos. El reflejo del cristal me daba un versión algo distorsionada de él. Su esencia de alguna manera parecía haber volado y no quedaba más que el alma de este.
Sentí un vacío resquebrajándose delante de mi y en ese momento me decanté por acompañar a Houston en la búsqueda del problema.
Así que en cuestión de segundos bajé las escaleras y salí sin rumbo como en cada uno de mis escritos.
Seguí el instinto de Colón y busqué cualquier signo al que aferrarme que fuera indicio de su dolor. Finalmente me decidí por llamar a la puerta de su casa y me abrió mi padre con los ojos inundados en lágrimas. Apenas pudo decir Ámerica, conseguí resolver el puzzle en mi cabeza.
Cogí el coche de mi madre aún sin su permiso y sin el mío de conducir, confiándole al destino que toda esta aventura saliera bien. Llegué al aeropuerto y vi que no quedaban más que cinco minutos para que el avión despegase. Me atrevería a decir que ni Jesse Owens corrió así de rápido, o al menos con un motivo que le impulsara tanto. 
Con el billete en la mano y los sentimientos a flor de piel, logré entrar en el avión y pude vislumbrar  su cuerpo de atleta entre el abismo de la gente. Me lancé a sus brazos y me estuvo contando todo lo ocurrido hasta el aterrijaze. 
Hace unos siete años le detectaron un cáncer de piel y hace medio aproximadamente, se le curó; pero iba a Houston para una prueba definitva, si bien nuestros padres no se encontraban con fuerzas de enfrentarse al resultado.
Es duro plantarle cara a una noticia así, pero lo es aún más vivir en una mentira porque tu familia desconfie de tu fragilidad.

Haciendo de tripas corazón, llegamos al hospital, y una vez que mi hermano se sometió a las pruebas, tuvimos que esperar un par de horas hasta que la suerte decidió ponerse de nuestro lado y los resultados nos dibujaron una sonrisa; que se desdibujó años mas tarde tras su fallecimiento.                                                            






jueves, 11 de junio de 2015

jueves, 4 de junio de 2015

Pasado y futuro como constantes relativas

Nos gustaba volver. Volver a sentir la viveza del pasado, recapacitar sobre lo que fue nuestra infancia. Permanecer anclados en lo que fue y en lo que no pudo ser: en el ubi sunt constante. Y este interés por rememorar el álbum de nuestra vida aumentaba cuando estábamos nostálgicos, melancólicos, literarios. Nos daba por  cruzar de una esquina a otra de nuestro cuarto, por escondernos en los armarios repletos de recuerdos y compararnos con esa historia mágica e imaginaria de Peter Pan, si bien nunca nos atrevimos a sobrevolar la casa. A continuación volvíamos a pasear entre las piedras diminutas de la playa, nos cubríamos la piel de arena y  cogíamos una caracola para oír un sonido inexistente. Flotábamos en el agua o nos zambullíamos como sirenas que solo buscan volver a salir, a contracorriente.
Lo único que buscábamos era una excusa para permanecer juntos, a pesar de cualquier marea. 

                                 
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martes, 2 de junio de 2015

Quiero saber que vas por mi camino.

Quiero saber que vas por mi camino, y que respiraremos el mismo aire. Estoy subiendo una avenida de sentido único y confío en que sigas a mi lado. 
No hay que esperar para saber que estamos vivos. Solo para saber que viviremos algo nuevo, que te encontraré girando la esquina, bailando al ritmo de los mejores días de nuestra vida. 
Si alguien te pregunta por qué y no sabes explicarlo, no busques más razones y busquemos un sitio donde reirnos sin motivo. Sigamos el mismo camino y adentrémonos en el miedo. Adueñémonos del mundo sin que nadie sepa que es nuestro. Seguro que donde nos quedemos estaremos bien, aquí o allá. 
Quiero contarte que recorreremos calles antiguas, de esas estrechas que resisten desde lo medieval. Quiero que olvides lo que te queda y que mañana cuando despiertes, pienses que todo es fácil. 
Vámonos, porque va a durar para siempre, tú y yo yéndonos lejos, muy lejos. Espero que sepas que caminaré a tu lado, y dejarás de pensar en lo que tenemos y lo que no. Lo que no necesitamos. 
Vivamos como si cada día fuera el último. Cantando a grito pelado en el coche.
Crucemos las fronteras mientras me cuentas todo lo que echas de menos. 

Juguemos con nuestro futuro, quiero que nos digan que estamos locos.
Quiero que cojamos un barco, surquemos el calendario y así lleguemos al final sin darnos cuenta. Dime que vendrás conmigo, que nos sorprenderá cada viaje juntos y que sin importar el tiempo que haga, hundiremos los pies en la arena.    
Cambiemos de continente y volvamos para ver Florencia y pasear por el Ponte Vecchio. 
Quiero tomar helados en invierno, quiero aventuras, quiero que nadie entienda por qué somos tan felices.
 Y que si nos peleamos en el camino, corramos para alcanzarnos, o esperemos al que se ha quedado atrás. 
Quiero que no nos quepan los álbumes de fotos en las estanterías, que haya uno entero dedicado a Irlanda, y que nada más importe. 
Pero sobre todo, que no haga falta convencerte.

jueves, 21 de mayo de 2015



Si hablara de alguien, lo haría de ti y si escribiera poesía, plegaria el folio y  lo escondería en tu pupitre; sin dejar sospechas.
Si me tocara describirte, no sé muy bien por dónde empezaría.
Tal vez me volvería a perder en tu sonrisa enigmática, no alejada de la de la Gioconda o quizás en tus pies descalzos que no tienen desperdicio, aún con sus fisuras recónditas.
Si hablara de tu personalidad única, comenzaría por tus monólogos predominantes por la oratoria, facultad que hoy apenas ciertos políticos podrían igualar, y digo monólogos porque sufro anomia cuando me hablas y palidezco de vergüenza cuando me miras con la fuerza de esos ojos tuyos que en ocasiones parece que queman.
Si prosiguiera por el camino de tus rasgos distintivos hablaría de la frescura de tu risa, si me permites decir incomparable con la de cualquier río del norte de España o la de cualquier fiordo noruego, adentrándonos en términos geográficos; pero es que para términos geográficos los de tu cuerpo, dónde me perdería cada martes a la madrugada, sobretodo si se tratara de martes 13.
Y si sigo comparándote con ríos, lo haría con el Guadiana, porque eres único en eso de jugar al escondite, haciéndome buscarte entre las sábanas desde la madrugada hasta el anochecer.
Y cabe decir que en ciertos momentos me sentí una navegante inepta buscando a su Poseidón, sin darme cuenta de que cuánto más se busca, menos se encuentra y es que mientras yo estaba cegada por otros pequeños dioses del Olimpo, tú ya estabas en este paradero llamado vida, dispuesto a quererme.
Pero gracias a los años y las experiencias me conseguí quitar el barro de los ojos y ahora estoy dispuesta a luchar por ti.   

sábado, 16 de mayo de 2015

       

Querido tú:
                                   
No sé si alguna vez has experimentado esa sensación en la que la sangre te corre por las venas y la gasolina te come todo el cuerpo, si alguna vez has estado enamorado y si ello te ha aniquilado.
 Igual lo máximo que puedes saber de esto es por ese par de canciones románticas que escuchaste aquel día en que ni los pájaros alzaron el vuelo, creyendo que el 2012 o ese final metáforico del mundo había perdurado, acabando con esas ansias de comernos las ganas.
Pero hoy de lo único que tengo hambre es de ti. Los únicos misterios que quiero descubrir son los de tu cuerpo, los de Agatha Christie ya se me antojan algo clásicos. Y lo único que querría transitar en este instante serían tus ojos vidriosos que esconden un marrón acaramelado que hasta el mismo Apolo podría envidiar. Dejemos a Willy Fog en el olvido y naveguemos por la suavidad de tu piel y el registro de tus costillas. 
Tampoco puedo evitar hablar de tus hoyuelos que me llevan a un sinfín de metáforas o de desfases literarios. Y ya sabes que si escribo sobre ti no me detengo ni yo, ni la pluma, que aún te tiene más idolatrada que yo. 
Nosotros no necesitamos de un París, ni de una Venecia; nos conformarmos con una pequeña provincia de España porque somos de los que piensan que no importa dónde estemos pero si con quién.
Y lo que me sigue resultando algo irónico es que hasta hace unos meses desconocía de tu existencia y hoy tu ausencia se me torna de lo más violenta. Creo que no ha habido persona que me haya llegado a conocer como lo has hecho tú, habiendo descubierto hasta ese pequeño lunar escondido en el lateral derecho de mi espalda y mi personalidad se ha hecho tuya en la medida de unos 90 días contados, como diría uno de mis autores más apreciados en este momento, Marwan.
Y es que tenemos los días contados, pero ¿sabes?  lo mejor de todo es que creo que esto le da algo de morbo a nuestra relación, que todo en la vida tiene fecha de caducidad y que si no nos seguimos queriendo estando juntos, ten fe de que yo lo seguiré haciendo en secreto: cuando nos separemos.


sábado, 25 de abril de 2015

La belleza de lo sencillo.

 ¿Qué es más bonito que el olor a hojarasca de otoño?, ¿qué es más bonito que un refresco en una terraza? Que unos ojos marrones, un amigo de toda la vida, las vacaciones en el mismo sitio de siempre... La sonrisa de esa persona con la que te acabas de cruzar. ¿Qué es más bonito que ese libro encima de la estantería que nunca has leído?, ¿y más bonito que la canción de la que nunca te cansas?
 O quedarte en la cama hasta tarde, o su lunar debajo del brazo.
 Bonito, simple, sencillo.


lunes, 13 de abril de 2015

Querido tú:

Aún hoy te sigo mirando con los mismos ojos negros teñidos de inocencia de aquel día en que te vi y me quedé absorta entre tanta belleza.
Iba charlando de incongruencias con mi mejor amiga, de la cual no sé si te acordaras. Era una chica morena, de mirada clara y algo vidriosa, no demasiado alta y delgada. Un escándalo a los ojos de cualquier visionario. Cuando repentinamente, me hizo girar la vista y no pude más que emitir un grito ahogado. 

No me veo capaz de mentirte y por ello prometo que asistí a todas las clases de arte prehistórico, antiguo, clásico, e incluso el perteneciente a la Edad Media, pero en ese momento, mi interés se volvió paradójico y empecé a faltar, por lo que no llegué a saber apenas nada del arte moderno ni del contemporáneo, en el cual estabas incluido. 

Un edificio majestuoso de más de trescientos metros elevado en hierro, decían. Cerca del Sena, de sus bistrots y de ese aire francés que te recorre las venas y te cala en lo más hondo. En el corazón de la ciudad de los candados, del frescor acalorado y de los enamorados por excelencia. Pero no hay que fiarse de lo que algunos farfullen. De las verdades a medias. Que no te engañen en los libros, ya sean novelas de amor o de cualquier otro género literario. Sal de la comodidad de viajar a través de las palabras de otros y sé tu mismo quien ponga el lenguaje a tus sueños, quien emprenda el viaje hasta este abismo. 

Tan solo mírame. Sobra decir que aún estoy nerviosa cuando se trata de reencontrarme contigo y me gustaría que todos los que fueran a dicha capital disfrutaran de su belleza, precipitándose a esta perfección abisal que raramente defrauda o al menos eso es lo que pienso yo, mi querida Torre Eiffel.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Querida amiga:

Hoy toca hacer presentes todos los buenos momentos que vivimos y que en estos días se manifiestan en recuerdos. Hoy toca brindar por nuestra amistad, por haber luchado contra esos contras que nos ofrecía el estudiar fuera. El estar separadas esperando a que llegara ese fin de semana en el que coincidiríamos y el cual teníamos planeado desde hace meses, con intención de aprovecharlo al máximo.
Sé que no es lo mismo compartir todos los momentos, vivencias y risas día a día y no te haces una idea de cuánto lo extraño pero lo peor en estos casos es lamentarse puesto que solo nos conduce a un valle de lágrimas, a un túnel sin salida o a cualquier otra metáfora y sabes bien que nosotras no somos partidarias de vender nuestros sentimientos tan libremente, o al menos tú que ya te conozco un poquito con el paso de los años.
Me estaba intentando acordar de cuándo nos cruzamos por primera vez, pero realmente no guardo un recuerdo nítido. Solo sé que debió ser por infantil, y de infantil hasta la universidad hay unos cuantos años, así que creo que tienes el cielo ganado.
¿Te acuerdas de ese baile que hicimos en sexto de primaria? Aún hoy me provoca risa.
Y no es la única vez que la música nos ha unido. Recuerdo perfectamente esas competiciones de karaoke, sin olvidar nuestro queridísimo concierto de Amaral, la Moda y otros tantos.
Las excursiones han sido sin duda otro punto de inflexión en nuestra relación y acerca de las clases en Jesuitas también hay mucho que decir.
Menos mal que llegué a encontrarte en el camino, puesto que tú fuiste esa luz que me lo hizo ver todo con otros ojos y solo espero de todo corazón que no te vayas nunca, porque digo bien ,cuando me pongo cursi, que no sé qué haría yo sin ti.
Y para terminar aquí te dejo una parte de Toledo y Valladolid juntas.


Disfrútala y haz que nunca se marchite.






sábado, 24 de enero de 2015

Reflejos.

Querido tú:
 Ya no vas a sentir lo mismo, a reír por lo mismo, ni a vivir lo mismo. Lo que quedó atrás se difuminó, y ya no volverá. 
 Solo queda el reflejo.