Déjame acurrucarme en tu pecho sin perder por un instante el palpito de tu
risa que todo lo envuelve.
Regálame el aditivo de tu olor corporal o un par
de palabras absurdas que me recuerden cada día que es lo que más me gusta de ti.
Permíteme soñar en tu piel o ser piel contigo cada una de estas mil y una noches
próximas.
Concédeme el placer de inventarme rimas en el piano de tu abdomen cada madrugada y en cualquier hostal de mala muerte.
Concédeme el placer de inventarme rimas en el piano de tu abdomen cada madrugada y en cualquier hostal de mala muerte.
Tolérame
arrancarte esas inseguridades tan tuyas y tan humanamente perfectas o esperarte
sino en el rincón de tu mirada hundida hasta que decidas quedarte para siempre.
Acepta incluso que acabe con la tristeza escrita en tus ojos a besos, que son
mucho más que palabras.
Y déjame quererte hasta que me harte de ti o bien hasta que nos hartemos juntos.